A los
niños debemos enseñarles con fabulas y cuentos o historias, que capten su atención.
Nuestro camino al emprendimiento debe ser permanente, pero sin dejar de
lado nuestros principios y valores. Esta es una muestra de cómo podemos
enfocarnos:
Un hombre tenía un sembrado de flores estupendas; cada día salían de
su cultivo centenares de paquetes a vender a la ciudad con las flores más
bellas y fragantes que nadie pudiera conocer.
Este
señor año por año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad
y como era de esperarse era la admiración de todos en la región; un día se
acercó un periodista de un canal de televisión a preguntarle el secreto de su
éxito, a lo que el hombre contestó:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores
semillas y las comparto con
mis vecinos, para que ellos también las siembren.
- ¿Cómo?- respondió el periodista- pero eso es una locura, acaso
no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
El hombre dijo: – Yo lo hago porque al tener ellos buenos
sembrados el viento me va a
devolver a mi cultivo buenas semillas y la cosecha va a ser mayor; si no lo
hiciera así ellos sembrarían semillas de mala calidad que el viento traería a
mi cultiva y cruzaría las semillas, haciendo que mis flores sean de mala
calidad.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Quienes decidan vivir bien,
deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por
las vidas que toca. Quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros
encuentren la felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar
común.
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